Cincuenta años de Cien años...


Hace exactamente cincuenta años, el 29 de mayo de 1967, se terminó de imprimir en Buenos Aires la primera edición de la novela Cien años de soledad, del escritor colombiano Gabriel García Márquez (1928-2014). El libro había sido rechazado por la editorial Seix Barral (Barcelona), que en esa época publicaba a los autores del boom latinoamericano, por lo que GGM optó por enviarlo a Francisco Porrúa, el director de la argentina Editorial Sudamericana, quien la publicó. Y desde su aparición, Cien años… fue considerada una verdadera obra maestra, la consagración definitiva de un escritor que si bien ya había publicado previamente tres novelas, recién entregaba un libro a la altura de novelas como La muerte de Artemio Cruz (1962) de Carlos Fuentes, Rayuela (1963) de Julio Cortázar o La casa verde (1966) de Mario Vargas Llosa, los otros integrantes del boom.

Como se sabe, cien años cuenta la historia de la familia Buendía y a lo largo de más o menos ese tiempo, desde mediados del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. El relato se inicia con José Arcadio Buendía y su esposa Úrsula Iguarán, quienes huyen de su pueblo natal y fundan el pueblo de Macondo, donde se desarrolla casi toda la novela, siempre centrada en los integrantes de esta familia, La siguiente generación de los Buendía está conformada por José Arcadio (hijo), el coronel Aureliano y Amaranta. Los integrantes de cada generación viven las experiencias más extrañas, en las que se mezclan sucesos reales de la historia colombiana (como la huelga de bananeros) con mitos, leyendas y fantasías de todo tipo. Y todo ello es contado por un narrador omnisciente, con un gusto especial por las palabras extrañas, las construcciones gramaticalmente complejas y los giros poéticos.

La peculiar combinación de lo real y lo fantástico que hizo GGM en esta novela era parte de los intentos de varios escritores de entonces para llevar a la literatura la compleja realidad americana. Carpentier había empleado unos años antes el término “real maravilloso” para definir sus intentos de aproximación a la historia latinoamericana en novelas como El reino de este mundo (1949) y El siglo de las luces (1962). La propuesta de GGM fue denominada “realismo mágico”, y definida a partir de la convivencia de sucesos reales (históricos o cotidianos) y fantásticos. Los personajes se desenvuelven en ambos planos a la vez, como si se tratara de una suprarrealidad, como alguna vez intentaron (con menos éxito) los surrealistas. Y aunque muchos escritores latinoamericanos incursionaron en este realismo mágico, su más alta expresión literaria es sin lugar a dudas la saga macondiana de GGM, que abarca buena parte de su obra, desde la novela La hojarasca (1955) hasta los cuentos de La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972).

Dado el gran éxito que tuvo Cien años de soledad, que incluso llevó a GGM a obtener el Premio Nobel de Literatura 1982, el realismo mágico se convirtió en tendencia casi dominante en toda una generación de escritores latinoamericanos. Inevitablemente, la siguiente generación marcó distancia con esta tendencia, llegando en algunos casos hasta el rechazo, como en la famosa antología McOndo (1996). Pero lo cierto es que el realismo mágico, como propuesta para representar literariamente sociedades complejas y culturalmente heterogéneas no ha perdido su vigencia. De ahí que se considere dentro de él a las obras de escritores como el indio Salman Rushdie y el nigeriano Ben Okri. Incluso en el Perú, buenas novelas como Criba (Premio Copé 2013) de Julián Pérez y El diluvio de Rosaura Albina (2014) de Luis Fernando Cueto continúan explorando las posibilidades del realismo mágico.

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