El japonés Fukuhara


Secretos de familia


Magíster en Literatura y profesor universitario, Selenco Vega Jácome (Lima, 1971) es además un muy versátil escritor que ha incursionado con éxito en la poesía —Casa de familia (1995) y Reinos que declinan (2001), el ensayo —sus libros sobre la poesía de Carlos Oquendo de Amat y Carlos López Degregori— y la novela. Pero sin duda es el cuento el género en el que más destaca y que lo ha llevado a ganar los concursos El Cuento de las Mil Palabras (1995), la Bienal Copé de Cuento (2009) y, más recientemente, el Premio José Watanabe Varas, con el libro El japonés Fukuhara (APJ, 2017) que acaba de ser publicado y motiva esta reseña.

Son cinco los cuentos que integran este libro. El primero de ellos, el más extenso y ambicioso, es “El japonés Fukuhara” un relato centrado en la relación entre el protagonista (alter ego del autor) y su padre, pero que también abarca la estrecha amistad del padre con Ryosuke Fukuhara, japonés afincado en Lima. A pesar del estrecho vínculo del personaje narrador con su padre, y de este con Ryosuke, hay una serie de secretos entre ellos que los llevan a distanciarse, especialmente relacionados con dos momentos claves para la comunidad japonesa en Lima: la persecución durante la Segunda Guerra Mundial y la proximidad al poder durante el gobierno de Alberto Fujimori. Solo al desvelarse esos secretos los personajes llegan a reconciliarse con sus seres queridos.

La misma dinámica narrativa, aunque bastante más simple, la encontramos en los otros dos cuentos más logrados del libro. En “Dos hermanos” se trata de Santiago y Gustavo, dos hermanos completamente opuestos: el primero un abogado exitoso y de mucho prestigio, el segundo un perdedor que acaba de salir de prisión. Sin embargo es Gustavo quien apoya secretamente a su hermano cuando hay en problemas. Y en “Los héroes” se trata de una pareja de muy buenos amigos y compañeros de universidad que, en diferentes momentos, han sido “pareja” de la hermosa Claudia. Pero en este caso el gran secreto es el pasado de Claudia. En todos estos cuentos —y también en “La estrategia de Salomón”— la “develación” del secreto es el punto culminante del relato.

Acaso el apego a esa dinámica narrativa lleve al autor a descuidar algunos otros elementos de la ficción. Por ejemplo, los cambios que esos misteriosos sucesos producen en los personajes quedan más como simples enunciados que como verdaderas transformaciones. Lo mismo sucede con los hechos históricos aludidos, que no llegan a integrarse plenamente a las ficciones; y también con el lenguaje, funcional y correcto, pero que no expresa los picos de intensidad de las historias. Vega inicia este libro con una cita de Kafka: “Lo que necesitamos son libros que nos golpeen como una desgracia dolorosa, como la muerte de alguien a quien queríamos más que a nosotros mismos… Un libro debe ser el hacha que quiebre el mar helado dentro de nosotros”. El japonés Fukuhara es un conjunto de relatos interesantes y bien narrados, pero no llega a ser uno de esos libros que anhelaba Kafka.

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