Diccionario elemental


Con estudios de Literatura en la Universidad de San Marcos, Miguel Ángel Sanz Chung (Lima, 1979) es autor de una interesante serie de poemarios “conceptuales”, que desarrollan en todos sus textos una idea central. Se inició con La voz de la manada (2002), un peculiar bestiario en el que las descripciones de los animales se convertían en perfiles de diferentes tipos de personas. Algo similar hizo con los vegetales en Quién las hojas (2007), para después explorar los sentidos metafóricos de la casa en el díptico La casa amarilla / Casa abandonada (2011), y más recientemente la vida del hombre de las cavernas (para hablar del aislamiento y la soledad) en Arte rupestre (2013). Radicado en España desde hace más de doce años, Sanz Chung acaba de publicar un nuevo poemario: Diccionario elemental (Paracaídas, 2017).

La idea central en esta oportunidad es la de un diccionario: presentar palabras ordenadas alfabéticamente para definirlas, de una manera poética, en pocos versos (en algunos casos, un solo verso). Se trata entonces de un centenar de poemas breves y que apelan, como siempre en esta poesía, a metáforas y símiles. El libro se inicia con “Albedrío. Recibir un grillete de obsequio / para lucirlo como un ornamento”; y concluye con “Zozobra”: “Intentar conciliar el sueño / mientras se oye / cómo crujen los cimientos”. En estos textos de muestra se puede apreciar que el tono dominante es de humor cargado de ironía, como se anuncia desde la carátula y el largo título del libro, que parodia a los de los viejos libros académicos: “Diccionario elemental de la lengua de su autor, don Miguel Sanz Chung. Compuesto por su real esfuerzo y reducido a un tomo para su fácil uso”.

Uno de los mecanismos a los que apela el autor para su ironía es hacer sus definiciones no en base a las tradicionales generalizaciones, sino desde una perspectiva particular y muy específica. En “Xenofobia” se dice, por ejemplo: “Estilo arquitectónico / caracterizado por la altura / de sus paredes medianeras / y la intrincada decoración / de sus alambradas”. En otros casos, la definición puede llegar a ser subjetiva y hasta personal: “Umbrío. Rincón de la cocina / donde los afanes / se descomponen en silencio”. Pero también hay definiciones “clásicas”, aunque siempre cargadas de poesía: “Amor. Asesino de la muerte”, “Drama. Comedia / narrada desde la perspectiva / del protagonista”. Son versos que parecen resumir largas reflexiones.

Una propuesta como esta, de hacer un diccionario poético y divertido, tiene sus peligros. En primer lugar, la proximidad con las famosas greguerías del español Gómez de la Serna o los silogismos del humorista peruano Sofocleto. Y aunque algunos de estos textos calificarían fácilmente como greguerías, la mayoría es mucho más que eso. Como ha explicado el autor en una entrevista, se trata de definiciones de palabras que “…resumen una serie de preocupaciones que ocuparon mi atención desde mis primeros textos y que, libro a libro, he ido desarrollando… términos clave que desnudan mi universo particular, mis deseos, mis miedos, mis obsesiones…”.

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