El arte antiguo de la cetrería

Cuando Ray Bradbury conoció a María Reiche


Nacido en Francia, el escritor y crítico literario Paul Baudry (St. Germain-en-Laye, 1986), vivió sus años de formación escolar en nuestro país. De ahí que haya dedicado su tesis de doctorado (en la Universidad de La Sorbona) al estudio de la obra de Julio Ramón Ribeyro, y que además haya iniciado su obra narrativa en nuestro país, con el libro de cuentos Distraiciones (2005). Recientemente Baudry estuvo de visita en Lima para presentar su segundo libro de cuentos: El arte antiguo de la cetrería (Peisa, 2017), un sólido conjunto de relatos, con una propuesta literaria original y ambiciosa.

Son solo cuatro los cuentos reunidos en este libro, articulados en dos ejes: el tema del aprendizaje (los protagonistas están aprendiendo algo que los convertirá en algo muy distinto de lo que son); y el juego con personajes y sucesos históricos, a partir de los cuales se elaboran las ficciones. Acaso el texto emblemático del libro sea “Miniatura de la muerte”, que cuenta un imaginado encuentro entre el escritor norteamericano Ray Bradbury (1920-2012) y la arqueóloga y matemática alemana María Reiche (1903-1998). El encuentro se realizaría en el Perú, en el desierto de Ica, hasta donde vendría Bradbury a buscar un paisaje similar al de Marte, para ambientar sus Crónicas marcianas, y a conocer las líneas de Nazca. Pero las casi cincuenta páginas de este cuento están más que nada dedicadas a narrar y describir prolijamente sucesos y personajes que poco tienen que ver con la historia principal.

Algo muy similar ocurre en el cuento que da título al libro, en el que el personaje histórico es nada menos que Víctor R. Haya de la Torre, el fundador del Apra. La trama gira en torno a las palomas que suelen utilizar los políticos apristas en sus discursos, y a una historia de amor “clandestino” de Haya de la Torre. En ambos cuento hay mucho de humor e ironía, pero es el relato final, “Historia de una rana”, en el que esos elementos se convierten en dominantes. Aquí vemos a una mexicana, originalmente una humilde vendedora ambulante, convertirse en dueña de una galería de arte en uno los barrios más exclusivos del Londres de los años ochenta. Hay en este texto fuertes críticas a las “viudas literarias”, al arte vanguardista y casi toda la industria cultural. Por último, en “La guerra de los langostinos” se destacan las semejanzas en los métodos empleados por dos dictaduras (una europea y la otra latinoamericana) para “desaparecer” a sus opositores.

Más que la huella de Julio Ramón Ribeyro, en estos cuentos se puede apreciar la de otro narrador peruano, Alfredo Bryce Echenique, por la tendencia a las largas digresiones y el particular sentido del humor. Pero Baudry es más racional (sus relatos están construidos a partir de paralelismos y oposiciones) y más “artificial”, pues sus historias no están basadas en experiencias o emociones personales, sino en lecturas históricas y literarias. A pesar de la evidente calidad El arte antiguo de la cetrería, Baudry a veces se excede en lo digresivo y artificioso, extendiendo innecesariamente algunos de sus cuentos.

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