Detectives perdidos en la ciudad oscura



Con dos libros de cuentos y tres novelas publicadas —entre ellas las elogiadas Bioy (2012) y La procesión infinita (2017)—, Diego Trelles Paz es sin lugar a dudas uno de los narradores peruanos más importantes surgidos en lo que va del siglo XX. Se desempeña como profesor de Literatura y Cine en la Universidad de Caen (Francia), y además ha incursionado en el ensayo literario, inicialmente con El futuro no es nuestro (2009), una antología de la nueva narrativa latinoamericana. En esta área, su más reciente libro es Detectives perdidos en la ciudad oscura. Novela policial alternativa en Latinoamérica. De Borges a Bolaño (2017), un extenso y lúcido estudio que resultó ganador de la V Bienal de Ensayo Premio Copé.

Trelles ha dividido este trabajo en cuatro grandes capítulos, que van desde “Los precursores del desvío” —los argentinos Borges, Walsh y Denevi— hasta un análisis detallado de Los detectives salvajes (capítulo IV), la reconocida novela de Bolaño que tanto ha influenciado en lo más reciente de la producción narrativa latinoamericana, incluidas la del propio Trelles. De Borges, por supuesto se comenta sus relatos policiales metafísicos (como “La muerte y la brújula”) y sus propias reflexiones sobre este subgénero narrativo: “Frente a una literatura caótica, la novela policial me atraía porque era un modo de defender el orden, de buscar formas clásicas, de valorizar las formas”. De Denevi se analiza “Rosaura a las diez” (1955) y de Walsh —autor de la primera antología del relato policial argentino— una serie de textos no ficcionales. Este primer capítulo concluye extrañamente con el estudio la novela The Buenos Aires affair (1973) de Manuel Puig, un libro muy posterior.

El segundo capítulo, “Crítica y ficción”, intenta demostrar que “tanto las convenciones como la ideología política implícitas en esta narrativa son incompatibles con las realidades de los países de Latinoamérica”, y que por ello fue necesario replantear el género, reformularlo e incluso “subvertir” algunas de sus estructuras y convenciones, para que se adapte a nuestras “complejas sociedades”. Para ello Trelles apela a diversos autores que han reflexionado sobre la definición y los límites de los géneros literarios. Finalmente hace un listado de ocho “convenciones” que caracterizan a la “novela policial alternativa latinoamericana”. En el siguiente capítulo “Detectives perdidos, asesinos ausentes”, aplica estas conclusiones a las obras de los mexicanos Vicente Leñero (1933-2014) y Jorge Ibargüengoitia (1928-1983), y el argentino Ricardo Piglia (1941-2017).

El capítulo final, el más extenso e importante, está dedicado (como ya hemos señalado) a Los detectives salvajes (1998), que según Trelles es la mejor expresión de esta novela policial alternativa. Se analizan aspectos tan diversos como el argumento y la estructura narrativa, los personajes, los diferentes narradores y hasta la función del lector como detective. Además en este capítulo, como en el resto del libro, Trelles se apoya constantemente en los trabajos de otros ensayistas, no solo latinoamericanos, otorgándole así a sus conclusiones el necesario rigor académico. En suma, un excelente libro, llamado a convertirse en referente imprescindible para el estudio de la narrativa policial latinoamericana.

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